Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1876-1877 (Cortes de 1876 a 1879)
Sesión: 17 de marzo de 1876
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 25, 482-484
Tema: Contestación al discurso de la Corona

El Sr. VICEPRESIDENTE (Elduayen): El Sr. Sagasta tiene la palabra por alusiones personales.

El Sr. SAGASTA: Señores Diputados, tengo un verdadero sentimiento, porque este es el cuarto día que voy a molestar vuestra atención, y porque además me faltan las fuerzas materiales para continuar en esta constante lucha; pero como el Congreso comprenderá, me veo en la necesidad de deshacer algunos errores que ha cometido mi amigo el Sr. Pavía, para que las cosas queden en su verdadero lugar, y cada cual en el que le corresponde.

Nada me propongo decir de los trabajos preparatorios para el acto del 3 de enero. Es verdad que el general Pavía quiso que se reunieran en este edificio todos los hombres importantes de todos los partidos, y que pretendió que se procurase la formación de un Gobierno nacional; pero dadas las dificultades que ocurrieron, porque no se sabía la verdadera significación del movimiento hecho por S. S., fue S. S. llamado a este edificio para preguntarle cuál era el carácter del movimiento y hasta dónde había llevado sus propósitos. El general Pavía, con la franqueza que le es característica, nos dijo terminantemente que el movimiento no había tenido más objeto que disolver la Asamblea y constituir un Gobierno como el que acababa de derrotar al Asamblea. Pero ¿con qué significación, con qué tendencia? Se le preguntó. El general Pavía nos dijo con igual franqueza: "con la tendencia republicana, porque yo soy republicano desde la emigración."

Y algo contribuyó esta declaración de S. S. a que el Gobierno nacional, en cuanto aquellas circunstancias lo permitían, no pudiera formarse. Era imposible constituir el Gobierno nacional desde que el Sr. Cautelar se negó a formar parte de él. Y creo que el Sr. Cautelar hacía bien; que no era digno de S. S. hacer otra cosa.

Y digo que algo contribuyó esa declaración del general Pavía a que no se pudiera formar el Gobierno nacional, porque uno de los asistentes a aquella reunión, el que es ahora dignamente Presidente del Consejo de Ministros, como llevaba y tenía a otras tendencias muy contrarias a la República, no creyó que debía formar parte de un Gobierno que no determinara desde aquel momento su tendencia monárquica. De manera que para el establecimiento del Gobierno nacional faltaban ya dos bases indispensables; de un lado nos faltaba el Sr. Cautelar, y de otro lado nos faltaba el Sr. Cánovas del Castillo, o su partido, que en nombre de su partido hablaba. Vea, pues, el general Pavía, cómo, a pesar de su buena voluntad, él mismo contribuía a deshacer la obra que intentaba levantar.

¿Es que dejaba íntegra el general Pavía la cuestión a los hombres políticos allí reunidos? No, desde el momento en que decía que su intención había sido única [482] y exclusivamente derribar a los hombres que ponían en peligro la sociedad, pero que no quería que los que habían de sucederles tocaran por nada ni para nada la forma republicana, ni definitiva ni provisionalmente, ni para entonces ni para después, porque él era republicano.

Así es, Sres. Diputados, que estrechados los límites dentro de los cuales podía formarse el Gabinete, el establecimiento del Gobierno nacional se hizo imposible, puesto que para constituirlo no quedaban más que los partidos que habían tomado parte en la revolución dentro de la Monarquía; es decir, el partido constitucional y el partido radical.

Se luchaba con un imposible: el deseo del general Pavía de que se formara un Gobierno nacional, y la imposibilidad de formarle, porque no querían algunas personas entrar en él por la significación que quería darle el general Pavía. Por eso no se formó en aquel momento, dejándose para la noche: sin embargo, se proveyó a lo más indispensable, a fin de que la gobernación del Estado no cesara ni un instante en aquellas dificilísimas circunstancias.

Reunidos los hombres que podían formar el Gobierno que había de sustituir al derribado por la espada o el bastón del general Pavía, fue llamado, como era natural, el Sr. Pavía; y al formar el Gobierno, hizo bien, dadas las tendencias y la significación de S. S., en exigir que para dirigir la política interior del país se nombrase al Sr. García Ruiz, único republicano que podía aceptar, una vez que los republicanos del Sr. Cautelar no podían admitir aquel puesto: que por lo demás no había inconveniente ninguno, y yo así lo dije, en que el señor Martos ocupara la cartera de Gobernación; que acostumbrado estoy yo a dejar esta cartera para que la tomen otros de las mismas tendencias que el Sr. Martos; y no había dificultad tampoco en que la tomara yo, porque el Sr. Martos se quedaba muy tranquilo fuera del Ministerio; pero el Sr. Pavía nos exigió al Sr. Martos y a mí que quedáramos en el Ministerio, y nosotros accedimos en gratitud al acto que había ejecutado, y que el general Pavía, que lo realizó, no ha comprendido su gran importancia y significación.

¿Es que el acto del 3 de enero se llevó a cabo, y sólo así tiene disculpa, porque de otro modo no la encontraría en ninguna parte ni en ningún país del mundo, para salvar a la sociedad y librarla de los horrores que podían conducirla a un abismo? Pues entonces el general Pavía debía haber concluido con aquel acto, y no considerarse el protector de todas las situaciones que después vinieron.

¿Qué le importaba al general Pavía el que el Ministerio que se constituyera después del acto del 3 de Enero, si no podía ser nacional, mucho más el Ministerio que siguió al primero, fuera de conciliación o fuera homogéneo? ¿Se ponía, a caso, en peligro la sociedad porque tuviera uno u otro carácter? Pues todo lo demás que pretendía el Sr. Pavía era enteramente político, y entonces el acto que llevó a cabo S. S. más bien que para salvar la sociedad, fue para reemplazar un sistema político por otro sistema político.

Yo sé que no eran esos los propósitos del general Pavía; yo sé que los sinsabores por que pasó para llevar a cabo el acto del 3 de Enero fueron grandes; yo sé que no hubiera querido tener que pasar por aquella necesidad; yo sé muy bien que él fue impulsado única y exclusivamente por un acto de patriotismo que quizá no se ha sabido todavía agradecer bastante. Es necesario que las cosas queden aquí en su verdadero lugar. No se vaya a dar después ese mismo carácter a los Gobiernos que se constituyeron.

El primer Gobierno que sucedió al disuelto por la violencia, ¿es que no había salvado la sociedad? ¿Es que no trataba de levantar y regenerar los elementos de resistencia que el Gobierno necesitaba? Pues el mismo general Pavía lo ha dicho: en poco tiempo organizó cuarenta y tantos batallones, haciendo ver la diferencia que había en la situación del país cuando llevó a cabo el acto del 3 de Enero, porque en otro caso no estaría justificado aquel acto, y la en que quedó después de aquellos Gobiernos que no le parecieron bien al general Pavía.

Dice el general Pavía que el Sr. Duque de la Torre no estuvo a la altura de su misión. El Sr. Duque de la Torre, jefe de aquella situación, en poco tiempo restableció el orden y la disciplina del ejército, salvó por completo la sociedad, librándola de los peligros de la demagogia. ¿Se puede hacer más en menos tiempo? ¿No eran esos los propósitos del general Pavía al ejecutar el acto del 3 de Enero? Pues esos propósitos los realizó, aunque no era nacional, el primer Ministerio que sustituyó al derribado por el general Pavía.

En esta tarea patriótica continuó el segundo Ministerio hasta el advenimiento de D. Alfonso XII.

Y yo digo: ¿no estaba a la altura de su misión el Jefe de Estado que encontró el país en la situación en que el Sr. Pavía lo tomó de aquella Asamblea, situación que obligó a dicho general a cometer uno de esos actos que dejarán siempre huella en la historia, como deja en el alma de todos los hombres liberales una profunda cicatriz, y que, sin embargo de esto, lo entregó al cabo de un año en el estado que todos los Sres. Diputados conocen? ¿No estaba a la altura de su misión de Jefe del Estado que llevó a cabo eso que puede decirse que es un verdadero portento? (Un Sr. Diputado pronuncia algunas palabras que no se oyen bien.)

Le sería más fácil a ese Sr. Diputado contestarme que interrumpirme, y sería además de mejor gusto.

Pero dice el Sr. Pavía que el Duque de la Torre debía haber formado un Ministerio de conciliación cuando el primer Gobierno que se constituyó después del 3 de Enero no pudo continuar, y ya sabe el general Pavía por qué no pudo continuar aquel Ministerio: por las dificultades que surgen en Ministerios de conciliación en momentos en que es necesaria una gran actividad y una gran iniciativa.

Cuando la unidad de acción es indispensable, es muy difícil, Sres. Diputados, marchar con Ministerios de conciliación; y, sin embargo, aquel Ministerio resolvió grandísimas dificultades; pero llegó un momento en que se presentaron obstáculos que un Ministerio de conciliación no podía salvar, y entonces, viendo la imposibilidad de continuar, el problema no fue ya formar un Ministerio de conciliación, sino si se había de sustituir aquel Ministerio con uno homogéneo radical o constitucional. Esta era la cuestión.

Hasta tal punto ha sido injusto el general Pavía con el que era entonces Jefe de Estado, que designado el general Zavala para resolver esa dificultad y deseando continuar con un Ministerio de conciliación, el general Zavala, animado de un gran espíritu de patriotismo, llamó a todos los hombres políticos de todos los partidos revolucionarios para formar su Gabinete; pero estuvo cuarenta y ocho horas sin poderlo formar, aun sin descansar un momento y sin dormir ni de día ni de noche. [483]

Los individuos que pertenecían al partido radical reconocieron la imposibilidad de que en aquellas circunstancias se formara un Ministerio de conciliación, y ninguno quiso aceptar ninguna cartera. (El Sr. Marqués de Sardoal pide la palabra.) También fue llamado y se negó a aceptar cartera algún individuo del partido republicano; y resultó que no pudiendo constituir un Ministerio de conciliación; el general Zavala constituyó entonces un Ministerio homogéneo constitucional, pero después de hacer muchas tentativas para formarlo como deseaba el general Pavía.

¿Qué quería el general Pavía: que no pudiéndose formar un Ministerio de conciliación, no se formara ninguno? Esto era imposible.

El general Pavía, sin poderlo remediar, y no le acuso por esto, creía que en la imposibilidad de formar un Ministerio de conciliación, el Duque de la Torre no podía formar un Ministerio constitucional porque pertenecía a este partido. Pues esto era condenar al partido constitucional al desheredamiento del poder mientras el Duque de la Torre fuera el Jefe del Estado, cuando éste no tenía que mirar si había pertenecido a este o al otro partido; y prueba de ello es, y el Sr. Pavía lo recordará, que siendo Regente el Duque de la Torre, tuvo Ministerios homogéneos que no eran de su partido. El Duque de la Torre fue hasta donde debía y podía ir, no sólo en cumplimiento de un deber, sino también para complacer al general Pavía.

Dice el general Pavía que el Sr. Duque de la Torre tenía desconfianza del general Zavala. Lejos de tener desconfianza de él, le elevó muy merecidamente a la dignidad de capitán general, firmando su nombramiento, que, gracias a los elementos por él reunidos y organizados por el Duque de la Torre, acababa de conquistar. ¿Qué desconfianza había de haber? Quería, sí, introducirse la desconfianza entre ambos generales; pero esos propósitos no llegaron jamás a ser una realidad.

Si al general Topete vino aquí en el momento en que la crisis tuvo lugar, fue con el fin de evitarla; idea posible; y fue, Sr. Pavía, para indicar cuál era el espíritu del ejército del Norte en el caso de que la conciliación se rompiese. Aquel ejército, en aquellas circunstancias, veía mejor que se formara un Ministerio constitucional, siendo, como tenía que ser, homogéneo.

Por consiguiente, el Sr. Duque de la Torre no faltó a nada respecto al Gobierno nacional, que él quiso formar, a pesar de no haberlo podido formar el Sr. Pavía por medio del general Zavala, y para lo que el general Zavala encontró dificultades insuperables. Y si no pudiendo continuar con el Ministerio de conciliación tuvo que constituir un Ministerio homogéneo, y de ser homogéneo no podía ser otro que un Ministerio constitucional, ¿por qué se queja, pues, el Sr. Pavía? ¿Hay algún motivo, hay razón, Sr. Pavía, para que cuando el Duque de la Torre ha sido respetado hasta por sus adversarios de siempre, venga un hijo predilecto de la revolución a atacarle? Me ha producido una gran pena, y me la ha producido por S. S. y por mí, porque le quiero entrañablemente. [484]



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